
Los Diarios de John Cheever dejan traslucir su capacidad como narrador de sí mismo en medio de un mundo social y, en particular, familiar que se desmoronaba sobre todo a partir de su rol como escritor, esposo, amante y padre.
Quienes llevamos un diario, lo hacemos con el propósito de una revisión que vaya más allá del registro cotidiano de la vida. En este acto está la confianza de que tal mirar hacia atrás, o hacia delante, permitirá poner en perspectiva nuestro lugar en el mundo, muchísimo más allá de este “yo”que apela constantemente. Llevar un diario no es nada más un acto espéjico de vanidad, por más que se crea lo contrario con frecuencia. Un diario es el reconocimiento de que, aún en la traición inherente a la palabra, podemos ser capaces, muy brevemente, de recuperar cierta intimidad.