‘Matadero Cinco’ de Kurt Vonnegut

Matadero Cinco o la cruzada de los niños es el libro sobre la II Guerra Mundial que la sociedad posmoderna de la segunda mitad del Siglo XX necesitaba. Una parodia cruda y amarga de dicha guerra y de los estragos que causó a quienes participaron en ella.

Kurt Vonnegut tardó años en escribir el libro que le demandaba su editor sobre su experiencia en la II Guerra Mundial y en el bombardeo sobre la ciudad alemana de Dresde. Una masacre realizada por el bando de los aliados que arrasó una ciudad indefensa, donde murieron casi el doble de personas que en Hiroshima sin necesidad de utilizar bombas nucleares.

La novela trata sobre la vida de Billy Pilgrim. Esta se nos presenta mediante una multiplicidad de tiempos. Podemos encontrarnos en 1944, cuando Pilgrim fue enviado a la guerra como ayudante de capellán, para, de repente, saltar a su madurez y verle como un óptico con una vida aburrida en Ilium, una ciudad ficticia perteneciente al estado de Nueva York donde Vonnegut sitúa muchas de sus obras.

Estos viajes en el tiempo nos sirven para, desde una perspectiva posmoderna, hacer visible el horror de la guerra, que no termina, como en otras novelas bélicas, cuando finaliza el combate, sino que se prolonga en el tiempo llegando a alterar la misma percepción que se tiene de éste.

En el primer capítulo, el autor norteamericano nos presenta la novela que tenemos entre manos. Nos desvela su principio y su final, así como las dificultades que tuvo para terminar una novela sobre la guerra y sobre Dresde:

Me disgustaría decir lo que este asqueroso librito me ha costado en dinero, malos ratos y tiempo. Cuando volví a casa después de la Segunda Guerra Mundial, hace veintitrés años, pensé que me sería fácil escribir un libro sobre la destrucción de Dresde, ya que todo lo que debía hacer era contar lo que había visto. También estaba seguro de que sería una obra maestra o de que, por lo menos, me proporcionaría mucho dinero, por tratarse de un tema de tal envergadura. Pero cuando me puse a pensar en Dresde las palabras no acudían a mi mente, al menos no en número suficiente para escribir un libro.

La gente no debe mirar hacia atrás. Ciertamente, yo no volveré a hacerlo. Ahora que he terminado mi libro de guerra, prometo que el próximo que escriba será divertido.

Porque éste será un fracaso. Y tiene que serlo a la fuerza, ya que está escrito por una estatua de sal, empieza así:

Oíd:

Billy Pilgrim ha volado fuera del tiempo…

y termina así:

¿Pío-pío-pi?”

Para hablar de Matadero Cinco no podemos olvidarnos del contexto sociohistórico que trata y en el que está escrita la novela. No podemos entender la segunda sin conocer el primero.

El bombardeo de Dresde –junto con las otras matanzas de la II Guerra Mundial por parte de ambos bandos– se convierte en el detonante para que la modernidad finalice, y para que dé su entrada la posmodernidad. Esta cambiaría todos los discursos propios del periodo anterior haciendo posible que esta novela sobre un hombre raptado por unos extraterrestres del planeta Trafalmadore –los cuales le enseñarán que el tiempo no funciona de manera lineal, como creemos los terrícolas– sea la novela definitiva sobre la II Guerra Mundial y sus atroces consecuencias.

El tiempo trafalmadoriano

Esta novela es definitiva porque nos presenta un mundo resumido en un personaje, el peregrino Billy, cuya existencia queda marcada para siempre por el horror del conflicto armado, algo que trastorna más a Billy que la nueva concepción del tiempo trafalmadoriano. Esta es revelada durante los meses que los habitantes de Trafalmadore retienen a Billy atrapado en una suerte de zoo en su planeta, haciendo que, desde ese momento, viva su vida con una perspectiva desde la cual el suspense, el miedo a la muerte y la incertidumbre que siempre depara el mañana desaparecen.

Gracias a conocer el tiempo tal y como los trafalmadorianos lo entienden, Billy viaja de un momento a otro de su vida, llegando a experimentar la muerte como un momento igual que otro sobre el que vuelve una y otra vez:

–¿Dónde estoy? –preguntó Billy Pilgrim.

–Atrapado en otro bloque de ámbar, señor Pilgrim. Estamos precisamente donde debemos estar en este instante, a quinientos millones de kilómetros de la Tierra. Y nos dirigimos, por un hilo del tiempo, hacia Tralfamadore. Este viaje quizá nos lleve horas, o tal vez siglos.

–¿Cómo… he llegado hasta aquí?

–Eso, para usted, requeriría otra explicación terrenal. Los terrestres son grandes narradores; siempre están explicando por qué determinado acontecimiento ha sido estructurado de tal forma, o cómo puede alcanzarse o evitarse. Yo soy tralfamadoriano, y veo el tiempo en su totalidad de la misma forma que usted puede ver un paisaje de las Montañas Rocosas. Todo el tiempo es todo el tiempo. Nada cambia ni necesita advertencia o explicación. Simplemente es. Tome los momentos como lo que son, momentos, y pronto se dará cuenta de que todos somos, como he dicho anteriormente, insectos prisioneros en ámbar.

También en este sentido de lo temporal encontramos uno de los fragmentos más interesantes de la obra y de la narrativa contemporánea, una reproducción simbólica de la guerra de forma invertida. Una manera posmoderna de hacernos sensibles ante el horror de la guerra sin mostrarla directamente –como lo haría un escritor previo al cambio de paradigma– sino a través de la parodia, deformando la realidad para hacernos verla de forma clara a aquellos que no la hemos vivido, los que sostenemos el libro entre las manos:

Aviones americanos llenos de agujeros, de hombres heridos y de cadáveres, despegaban de espaldas en un aeródromo de Inglaterra. Al sobrevolar Francia se encontraban con aviones alemanes de combate que volaban hacia atrás, aspirando balas y trozos de metralla de algunos aviones y dotaciones. Lo mismo se repitió con algunos aviones americanos destrozados en tierra, que alzaron el vuelo hacia atrás y se unieron a la formación.

La formación volaba de espaldas hacia una ciudad alemana que era presa de las llamas. Cuando llegaron, los bombarderos abrieron sus portillones y merced a un milagroso magnetismo redujeron el fuego, concentrándolo en unos cilindros de acero que aspiraron hasta hacerlos entrar en sus entrañas. Los containers fueron almacenados con todo cuidado en hileras. Pero allí abajo, los alemanes también tenían sus propios inventos milagrosos, consistentes en largos tubos de acero que utilizaron para succionar más balas y trozos de metralla de los aviones y de sus tripulantes. Pero todavía quedaban algunos heridos americanos, y algunos de los aviones estaban en mal estado. A pesar de ello, al sobrevolar Francia aparecieron nuevos aviones alemanes que solucionaron el conflicto. Y todo el mundo estuvo de nuevo sano y salvo.

Cuando los bombarderos volvieron a sus bases, los cilindros de acero fueron sacados de sus estuches y devueltos en barcos a los Estados Unidos de América. Allí las fábricas funcionaban de día y de noche extrayendo el peligroso contenido de los recipientes. Lo conmovedor de la escena era que el trabajo lo realizaban, en su mayor parte, mujeres. Los minerales peligrosos eran enviados a especialistas que se encontraban en regiones lejanas. Su tarea consistía en enterrarlos y esconderlos bien para que así no volvieran a hacer daño a nadie.

Los pilotos americanos mudaron sus uniformes para convertirse en muchachos que asistían a las escuelas superiores. Y Hitler se transformó en niño, según dedujo Billy Pilgrim. En la película no estaba. Porque Billy extrapolaba.

Y se imaginó que todos se volvían niños, que toda la humanidad, sin excepción, conspiraba biológicamente para producir dos criaturas perfectas llamadas Adán y Eva.

Encontramos fascinante este extracto. Su poderío visual es apabullante y bebe directamente de la influencia cinematográfica y sobretodo televisiva. Sin estas sería mucho más difícil para el autor tanto imaginar una realidad así como reflejarla de esta manera tan ilustrativa. Nos encontramos aquí pues, con una visión del tiempo posmoderna que acompaña a otras cuestiones que hacen que Matadero Cinco se reivindique a si misma como posmoderna. Lo hace además de forma consciente debido a que el autor se sabe parte de este nuevo paradigma rupturista. Otro ejemplo, la pesada carga metaliteraria que tiene.

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