‘Apuntes del subsuelo’ de Fiódor Dostoyevski

Apuntes del subsuelo es una novela clave para comprender el universo narrativo de Dostoyevski. A través del monólogo del protagonista, el autor se aventura en las profundidades de la psique humana donde confluyen sentimientos tan antagónicos como el amor y el odio. Retrato ideológico de la Rusia de su época, la novela es una crítica a las corrientes de pensamiento del siglo XIX, las cuales el autor retrata para ridiculizarlas y así provocar en el lector un escepticismo que tiende a poner en duda la sumisión a cualquier tipo de autoridad ideológica.

Fiódor Dostoyevski nació en Moscú el 11 de noviembre de 1821 y fue uno de los principales escritores de la Rusia zarista. Entre sus obras podemos mencionar Crimen y castigo (1866), El idiota (1868-69), Los demonios (1971-72) y Los hermanos Karamázov (1879-1880). Se considera un escritor con una retórica populista, en sus textos podemos ver un materialismo anti romántico y anti idealista. A lo largo de su obra se puede ver un sentimiento de rechazo a todo tipo de autoridad. Algunos han querido definirlo como un escritor de carácter nihilista, pero en realidad se vale de este para retratarlo y combatirlo. Un ejemplo de lo anterior sería una de las frases más famosas de Los hermanos Karamázov: «Si Dios no existe todo está permitido», con lo que Dostoyevski ubica la idea de Dios como centro ordenador de nuestra realidad; al acabar con la idea de este también se viene abajo todo aquello que hace al ser humano lo que es: desde la fe en la inmortalidad hasta el orden moral por el que se rige nuestra sociedad.

A través de los escritos de Dostoyevski podemos ver un intento de descripción de la psique humana. Sus obras están cargadas de filosofía, el mismo Friedrich Nietzsche lo consideraba un autor de referencia en su propia escritura. A través del texto que nos ocupa en estas líneas podemos ver que Dostoyevski describe las similitudes que posee el protagonista con los demás individuos. A través de este «hombre del subsuelo» busca retratar al hombre de su época. Leemos en la “Advertencia preliminar”:

Tanto el autor de estos Apuntes como los Apuntes mismos son, por supuesto, ficticios. Ello no quita para que, atendiendo a las circunstancias en que se ha formado nuestra sociedad, puedan y aun deban existir en ella personas como el autor de estos Apuntes. Yo he querido retratar ante el público con más nitidez de lo habitual a un personaje de nuestro pasado reciente, representativo de la generación que aún pervive. En este fragmento, titulado «Subsuelo», el tal personaje se presenta así mismo y, por así decirlo, trata de explicar el motivo de su aparición entre nosotros y por qué tal aparición era inevitable. En el segundo fragmento se ofrecen los apuntes mismos de este personaje sobre algunos acontecimientos de su vida.

Vemos como también el propio autor describe la forma que tiene el libro, dos primeras partes que podríamos resumir de la siguiente manera: el monólogo de un hombre que, según Juan López-Morillas (prologista de la edición de Alianza Editorial, 2011), se representa cargado de arrogancia y humillación. También menciona que podemos ver cómo el personaje muestra su propia psique, su perspectiva ideológica y su carga moral. Además se presenta cínico, vengativo y cobarde, a pesar de que parece un hombre con una aguda inteligencia y una morbosa sensibilidad. En la segunda parte del texto se da lo que López-Morillas describe como «lección práctica», donde el ser se traduce en su obrar.

Apuntes del subsuelo fue escrita en el año de 1864, a través de ella podemos ver cómo Dostoyevski problematiza la figura del funcionario público, presentándolo como un antihéroe. El mismo personaje se describe como un ser mezquino:

Antes era funcionario público, pero ahora no lo soy. Era un mal funcionario: grosero y gustoso de serlo. En todo caso no me dejaba sobornar, por lo que eso, al menos, me servía de compensación.

Sin embargo, cambiará constantemente su opinión de sí mismo a lo largo del texto. Pareciera que busca jugar con el lector, haciendo que este genere ideas de él, que luego se encarga de contradecir o desmentir. Líneas después del fragmento que leímos anteriormente, él mismo se corrige diciendo lo siguiente:

Mentí hace un momento cuando dije que había sido un mal funcionario público. Mentí por despecho. (…) A cada momento me daba cuenta de que en mí existían muchos, muchísimos factores totalmente opuestos a ellos. Estos factores -así como suena- los sentía rebullir dentro de mí. Sabía que habían estado rebullendo allí toda mi vida y que querían que les diera salida, pero no se la di, de propósito no dejé que salieran.

El “hombre del subsuelo” como antihéroe

Las descripciones que este antihéroe hace de sí mismo pareciera que buscan poner al descubierto aquel lugar oscuro de la condición humana donde los individuos dudan acerca quiénes son, donde ven aquello que los define ante los demás solo como una máscara que oculta la verdadera realidad: detrás de esta ficción que es el ser humano solo se encuentra un abismo insondable. El mismo personaje se describe de la siguiente manera:

No solo no puedo volverme malévolo, sino que no puedo volverme ninguna otra cosa: ni malévolo ni benévolo, ni canalla ni hombre honrado, ni héroe ni insecto. Ahora sobrevivo en mi rincón, exasperándome con el pérfido e inútil consuelo de que un hombre inteligente no puede seriamente cambiarse en otra cosa; solo un imbécil puede hacerlo.

Este “hombre del subsuelo” se define a sí mismo como culto, educado, consumidor de buena literatura, más despierto o consciente que el resto de hombres que lo rodean. Sin embargo, él mismo considera que ser alguien con su sensibilidad y conocimiento solo lo hace ubicarse en una posición que lo hace ser más vulnerable al dolor, ya que es consciente de situaciones que el “hombre común” ni siquiera considera por su bajo estado de percepción:

Les juro, señores, que tener una conciencia sobradamente sensible es una enfermedad, una verdadera y auténtica enfermedad. Para la vida humana común y corriente basta y sobra con una conciencia ordinaria, o sea, con la mitad o la cuarta parte de la porción que le ha tocado al hombre culto de nuestro malhadado siglo XIX, sobre todo si, por añadidura, tiene la desgracia de vivir en Petersburgo, la ciudad más abstracta e intencional de todo el globo terráqueo.

Es así que nuestro protagonista antagoniza el mundo como “hombre pensante” versus “el resto”. Él presenta los hechos siempre desde una batalla entre sí mismo y el mundo que lo rodea, donde los demás son ignorantes, estúpidos y hasta despreciables. Estos otros llevan la vida desde una posición poco afectada, ya que no son lo suficientemente lúcidos para lidiar con las batallas que se le interponen a un individuo como él:

Vamos a ver: la gente que, pongamos por caso y en términos generales, sabe vengarse y dar la cara, ¿cómo lo hace? Diríase que se siente arrebatada por un sentimiento tal de venganza que mientras dura ese sentimiento no tolera otra cosa que él. Un sujeto de esa laya va derecho a su objeto como un toro furioso que arremete con los cuernos bajos, al que quizá solo un muro puede detener. (A propósito: ante un muro así esa gente –o sea, la gente sencilla y los hombres de acción– se rinde por lo común al momento. Para esa gente el muro no es un reto, como lo es, por ejemplo, para nosotros los hombres pensantes, que por serlo no hacemos nada; no es un pretexto para echarse a un lado, pretexto en que no cree un sujeto de nuestra índole, pero que siempre utiliza con grandísimo gusto. No, esos se rinden con toda sinceridad. El muro es para ellos una especie de calmante, algo final y moralmente decisivo, quizá incluso algo místico… Pero quede lo del muro para después.)

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Comentarios

  1. Fiódor Dostoievski nos trajo el fuego de la libertad con el autoanálisis y de la autovaloración. Vino a despertarnos ante la cruda realidad en que nos orillaron a vivir como autómatas, esclavos, controlados a través del maltrato, indiferencia, miseria e ignorancia. Nos incita a la autonomía, a la introspección, a ser dueños de nuestras ideas, sentimientos, acciones en fin a tener nuestra independencia y vida porque todo hombre tiene la facultad de lograrlo.

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