‘Alexis o el tratado del inútil combate’ de Marguerite Yourcenar

Con Alexis o el tratado del inútil combate, uno queda desarmado frente a la sensibilidad que le brinda textura a las inquietudes creativas y sexuales de Alexis, un músico en el inicio de su adultez quien abandona a Mónica, su esposa, a través de una carta.

La unicidad de esta novela epistolar hace que el golpe emocional cale mucho más hondo porque trata, no de ambigüedades sexuales, sino de las certezas y las resignaciones corporales, mucho más perdurables del alma.

He leído con frecuencia que las palabras traicionan al pensamiento, pero me parece que las palabras escritas lo traicionan todavía más.

A veces podemos reprocharle a alguien que nos escriba una carta o un mensaje de texto, en vez de citarnos en persona para decirnos las cosas “en la cara”. Si se me permite la anécdota personal, una vez una amiga se desahogó diciéndome que hubiera preferido que su padre hablara con ella, en vez de escribirle una carta. «Me tienes aquí», dijo refiriéndose a que vivían en el mismo techo.

La carta como traición

Visto así, la carta, el correo electrónico o todo texto a ser entregado en la posteridad cercana pareciera una traición al rostro. Como si afianzarse en lo escrito, conllevara obligatoriamente a negar de alguna manera el rostro del otro, no sólo porque no vemos la cara del destinatario. También porque en tal escritura nos empeñamos en revivir nuestra relación con esa persona o narrar lo que nos ocurre en el presente más inmediato, posponiendo de alguna manera este mismo presente.

En El texto íntimo, ensayo que Fernando Castro Flórez dedica a las cartas de Rilke, Pessoa y Kafka; el autor cita en un párrafo al primero de ellos quien reconoce que «las cartas son explicaciones que se ofrece a sí mismo» (pág. 50). Ellas son una suerte de ensayarse cotidiano que sirven como espejo en contraste con el destinatario. Como si a falta de verse en persona, el remitente trazara un esbozo de quién es en la rutina mientras la otra persona está ausente. En este sentido, la carta es una compensación de uno mismo y para el otro frente a la ausencia, y a la vez es una forma de compensar las falencias de la palabra dicha. En la escritura compensamos, o pretendemos compensar, los errores dichos o callados en persona.

Es cierto que las cartas que ensaya Castro Flórez son de amor. Y en este sentido, se alejaría del tono de Alexis quien se deslinda del amor varias veces durante el texto de Yourcenar. Pero en el ensayo del investigador español hay un reconocimiento a que los remitentes de estas misivas buscan la soledad para expresar el sentimiento amoroso, así como Alexis se confiesa es frente a la distancia con Mónica. «La correspondencia cartografía las visiones del superviviente, su lucha contra la desesperación. (…) las cartas son el escenario y el complejo monólogo de la distancia y el deseo que no encuentra satisfacción más que en esa soledad laberíntica» (pág. 13), escribe Castro Flórez.

Son las cartas que elaboran un poco más allá de la inmediatez las que rescatan la imagen que tenemos del destinatario y, por retruque, la que tenemos de nosotros mismos frente a esa persona. Es ahí donde la novela epistolar de Marguerite Yourcenar, publicada en 1929, nos permite ahondar en Alexis mientras nos pone en los pies de Mónica, mujer respetable y la incómoda destinataria de esta carta.

Las cartas, vida íntima y particular

A lo largo de la carta, Alexis hace un esbozo de su vida, de sus motivaciones desde la infancia, adolescencia y luego como pianista. Es un texto lleno de tachaduras y vacilaciones, como él mismo reconoce. Es un trazo que cada tanto se detiene en reflexionar sobre la manera de vivir que cada persona va adquiriendo y de la cual no suele tomar conciencia. Es ahí donde la carta funciona como un diálogo postergado. Yourcenar dijo en una entrevista que «Mónica es de las mujeres que no responde» con la intención de descartar una secuela con la respuesta de ella. Pero no se trata de un diálogo tradicional, sino de lo que desamarra una carta por sí sola. Y si a Alexis le falta valor para encarar a Mónica, en realidad que también le ha faltado valor para enfrentar su vida hasta ese momento de escritura.

Es sabido el vínculo de Yourcenar con la misiva. Hace varios años ya, Alfaguara también editó el extensísimo libro Cartas a sus amigos que reunía muchas de las cartas que Yourcenar le escribió a amigos, editores y lectores en su vida. Hay incluso un lote de cartas que no podrán ser publicadas sino cincuenta años después de la muerte de la autora, ocurrida en 1987. Y la editorial La Compañía publicó el año pasado las cartas amistosas entre Yourcenar y la traductora argentina Baron Supervielle. Pero hecho este paréntesis para caer en cuenta de que la autora frecuentaba y disfrutaba el medio epistolar como vehículo para mantener vivo un recuerdo y reflexionar sobre el arte en la comunicación cotidiana, retomemos el caso de Alexis:

(…) Vivimos, Mónica. Cada uno de nosotros tiene su vida particular, única, marcada por todo el pasado sobre el que no tenemos ningún poder y que a su vez nos marca, por poco que sea, todo el porvenir. Nuestra vida. Una vida que sólo a nosotros pertenece, que no viviremos más que una vez y que no estamos seguros de comprender del todo.

Puede verse como una burda justificación eso que menciona Alexis en un momento sobre no hablarle en persona porque ella se habría apresurado a interrumpirlo y, de alguna manera, disculparlo por sus deslices. Pero lo cierto es que el discurrir de una carta está a medio camino entre la evocación del pasado y de la intimidad, y la actualización de la realidad cotidiana, si bien no ocurre en la novela epistolar de Yourcenar.

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Comentarios

  1. Increíble texto. No conocía a la autora,simplemente busqué ‘Las palabras traicionan al pensamiento’ y di con tu página. Gracias, has despertado mi interés por leer a Yourcenar sobre Alexis.

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