‘Poesía completa’ de Alejandra Pizarnik

Leer a Alejandra Pizarnik es habitar un universo otro, es leer el poema, verlo, oírlo, casi tocarlo. Es participar de una experiencia mística, es ver el mundo mediante otra óptica, es llegar como una persona y salir como otra.

En Poesía completa (2016), la Editorial Lumen ha reunido la totalidad de la obra poética de Alejandra Pizarnik gracias a un trabajo de edición de la escritora argentina Ana Becciu. Entre los libros que conforman este volumen se pueden citar como los más reconocidos: Las aventuras perdidas (1958), Extracción de la piedra de la locura (1968) y El infierno musical (1971). Poemas como “La carencia” o “La noche” forman parte de un corpus de textos que transitan entre el silencio, la oscuridad, el erotismo y la muerte.

YO SOY…
mis alas?
dos pétalos podridos

mi razón?
copitas de vino agrio

mi vida?
vacío bien pensado

mi cuerpo?
un tajo en la silla

mi vaivén?
un gong infantil

mi rostro?
un cero disimulado

mis ojos?

ah! Trozos de infinito

Alejandra Pizarnik nació el 29 de abril de 1936 en Buenos Aires. De origen ruso-judío, sus padres emigraron a Argentina como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. Perdió parte de su familia en el holocausto, lo cual podríamos decir que es el primer contacto que tiene con uno de los temas más presentes a lo largo de su obra: La muerte. Realizó estudios de filosofía, letras y periodismo en la Universidad de Buenos Aires; además formó parte del taller de pintura de Juan Batlle Planas.

La carencia

Yo no sé de pájaros,
no conozco la historia del fuego.
Pero creo que mi soledad debería tener alas.

París se convirtió en su residencia permanente desde 1960 hasta su retorno a Buenos Aires en 1964. En esta ciudad se relacionó con intelectuales de alto calibre como Julio Cortázar, Octavio Paz, Simone de Beauvoir y Rosa Chacel. Se desempeñó como redactora de artículos para distintas revistas de literatura y como traductora de autores como Henri Michaux, Antonin Artaud y Marguerite Duras.

Es considerada una de las escritoras más vanguardistas de América Latina; sus obras son el resultado de la escritura como laboratorio para la exploración lingüística, además de ser textos donde la sensualidad, la búsqueda interior y lo lúdico están siempre presentes. Uno de los recursos utilizados por la autora es la búsqueda de nuevas formas estéticas de representar lo irrepresentable o representar lo ya representado desde una óptica diferente.

Alejandra Pizarnik se suicidaría a la temprana edad de 36 años el 25 de setiembre de 1972 en Buenos Aires. Su nombre ha pasado a la historia como el de una autora con una amplia producción literaria de una altísima calidad, situación que la ha convertido en un ícono de la literatura latinoamericana.

El universo Pizarnik

Deambular por el universo Pizarnik nos saca de nuestra zona de confort habitual: nos encontramos ante una escritura que a veces prescinde de los signos de puntuación, una escritura que es puesta a prueba por la propia autora y llevada al límite con la intención de llegar a ese “espacio otro” que representa lo que está más allá de lo que definen las palabras. Ve en el espacio poético un lugar para poner en entredicho el lenguaje y la escritura. Podríamos decir que la autora escribe a pesar de que reconoce la imposibilidad que posee el lenguaje para representar la totalidad del mundo sensible; esta búsqueda da como resultado poemas donde el sentimiento de ausencia, de orfandad, de añoranza de un más allá están siempre presentes. La necesidad de nombrar por otros medios, de tratar de alcanzar lo innombrable es una búsqueda presente en la obra de varios autores de la época, por ejemplo Samuel Beckett, el cual en su libro El Innombrable remite a un personaje del cual no sabemos quién es, cómo se llama, en qué contexto se encuentra, ya que el autor trata de circunscribirlo en un espacio donde se prescinda de la necesidad de describir al sujeto y el mundo que lo rodea.

III

el centro
de un poema
es otro poema
el centro del centro
es la ausencia

en el centro de la ausencia
mi sombra es el centro
del centro del poema

Pareciera que el centro de ese universo, ante el cual giran los demás elementos del poema está vacío: al final nos encontramos ante ese silencio que tanto busca la autora en varios de sus textos. El poema se presenta como espacio saturado de palabras que no definen la totalidad de lo real, sino tan solo lo que se ha normalizado como tal mediante el lenguaje y la escritura. De esa manera estandarizan la percepción del mundo sensible. Al ser iniciados en esos y otros elementos que conforman el universo Pizarnik, tenemos la sensación de participar de un “lenguaje otro” que la autora genera y que nos invade por completo. Nos encontramos ante una escritura que se desborda, que pone a prueba sus límites y que nos invita a trasgredir la frontera de las palabras. Esto recuerda lo que menciona Marguerite Duras en su libro Escribir, en el cual reconoce la necesidad de escribir a pesar de que la acción en sí no tenga sentido, de que sea un acto como el «aullar sin ruido», ya que «escribir también es no hablar». Es un acto que se hace por desesperación, aún a sabiendas de su inutilidad.

LA NOCHE (fragmento)

Poco sé de la noche
pero la noche parece saber de mí,
y más aún, me asiste como si me quisiera,
me cubre la conciencia con sus estrellas.

Tal vez la noche sea la vida y el sol la muerte.
Tal vez la noche es nada
y las conjeturas sobre ella nada
y los seres que la viven nada.
Tal vez las palabras sean lo único que existe
en el enorme vacío de los siglos
que nos arañan el alma con sus recuerdos…

La noche es el escenario para muchos de sus poemas, representa la atmósfera sombría que evocan sus textos, nos sugiere colores oscuros, introspección y sentimiento de ausencia, pero también intimidad, sensualidad y añoranza de lo que hemos perdido. El sentimiento de búsqueda del pasado llevará a la autora a una evocación constante de la etapa de la infancia, la cual se recuerda con nostalgia, donde el recuerdo ante esa niñez perdida para siempre produce cierta melancolía. También la pérdida de esa manera de ver el mundo como un niño, de participar de él de una manera más sensorial y menos verbal es reclamada como una situación ideal para participar como individuo dentro de ese espacio sensible. Sin embargo, la vida y el irremediable paso del tiempo nos han despojado de esa naturalidad de participar del mundo sin tener que nominarlo.

EN ESTA NOCHE, EN ESTE MUNDO (A Martha Isabel Moia) (fragmento)
en esta noche en este mundo
las palabras del sueño de la infancia de la muerta
nunca es eso lo que uno quiere decir
la lengua natal castra
la lengua es un órgano de conocimiento
del fracaso de todo poema
castrado por su propia lengua
que es el órgano de la re-creación
del re-conocimiento
pero no el de la re-surrección
de algo a modo de negación
de mi horizonte de maldoror con su perro
y nada es promesa
entre lo decible
que equivale a mentir
(todo lo que se puede decir es mentira)
el resto es silencio
sólo que el silencio no existe
no
las palabras
no hacen el amor
hacen la ausencia
si digo agua ¿beberé?
si digo pan ¿comeré?

En el poema anterior nos presenta las limitaciones del lenguaje al definir el mundo y las situaciones que en él se desarrollan. Las palabras definen nuestra cotidianidad, pero no la contienen, habitamos una realidad a través de nuestra lengua, pero las palabras son ambiguas, son insuficientes para contener la totalidad de lo que nos rodea. Pizarnik explora en varios de sus poemas la distancia entre el lenguaje y lo que este nombra.

28
te alejas de los nombres
que hilan el silencio de las cosas

Su estilo poético se nutrió del simbolismo francés. Autores como Arthur Rimbaud y el Conde de Lautréamont determinaron decisivamente su obra. Otras influencias son Rubén Vela, Emily Dickinson, Rubén Darío, Marguerite Duras, Franz Kafka y Lewis Carroll -del cual realizará reescrituras acerca de Alice in Wonderland-. Cabe destacar que el estilo de Pizarnik se nutre de numerosas fuentes, lo cual le permitió generar un estilo muy propio, alimentado por diversas fuentes de la tradición literaria.

En el poema Del silencio podemos observar que hay cuatro epígrafes: dos -el primero y el último- de Lewis Carroll, uno de la escritora brasileña Cecilia Meireles y otro del escritor belga Henri Michaux. Estos epígrafes son testimonio del gran impacto de estos escritores en la obra de Pizarnik, la cual tiene varios poemas con epígrafes, dedicatorias o reescrituras de varios escritores que influenciaron su obra. Podríamos citar también dentro de los escritores que han enriquecido el universo Pizarnik a Octavio Paz, Julio Cortázar y Silvina Ocampo.

…está todo en algún idioma que no conozco…
L. C. (A través del espejo)
Sinto o mundo chorar como língua estrangeira. Cecília Meireles
Ils jouent la pièce en étranger. Michaux
alguien mató algo. L. Carroll (A través del espejo)

[…] DEL SILENCIO

I

Esta muñeca vestida de azul es mi emisaria en el mundo.
Sus ojos son de huérfana cuando llueve en un jardín donde un pájaro lila devora lilas y un pájaro rosa devora rosas.

Tengo miedo del lobo gris que se disimula en la lluvia.

Lo que se ve, lo que se va, es indecible.
Las palabras cierran todas las puertas.

Recuerdo el tiempo sobre los álamos queridos.
El arcaísmo de mi drama determinó, en mi criatura compartida, una cámara letal.
Yo era lo imposible y también el desgarramiento por lo imposible.

Oh el color infernal de mis pasiones.
Sin embargo, quedé cautiva de la antigua ternura.

Uno de los símbolos recurrentes en la obra de Pizarnik es el de la muñeca, algunas veces como objeto para ser contemplado y otras veces como personaje con el que el yo poético se identifica. Se puede ver en este símbolo también una nostalgia de la niñez y de lo que esta representa: una etapa donde lo lúdico tiene un lugar primordial.  En el poema anterior la muñeca es además la representante del sentimiento de orfandad del yo poético ante el mundo; esta vulnerabilidad ante la realidad y esta falta de identificación con lo que la rodea son elementos recurrentes en los escritos de Pizarnik, lo cual produce textos donde pareciera que la realidad no es algo de lo que la autora se sienta parte, sino más bien un espacio en donde está inmersa pero donde ella misma no se reconoce o identifica.

INFANCIA
Hora en que la yerba crece
en la memoria del caballo.
El viento pronuncia discursos ingenuos
en honor de las lilas,
y alguien entra en la muerte
con los ojos abiertos
como Alicia en el país de lo ya visto.

En el poema anterior también hace presencia otro de los símbolos en las obras de Pizarnik: el viento. En este ejemplo se personaliza y se le otorga la palabra y es acompañado por las lilas, las cuales habitarán varios de sus textos. Cabe mencionar que el único intento de la autora de escribir teatro -del cual se poseen hojas sueltas pero que desafortunadamente se encuentra inacabado- se denomina Los perturbados entre lilas. Otros símbolos como el jardín o el bosque también están presentes a lo largo de toda la obra de la autora y se convierten en espacios donde una «realidad otra» es posible. Estos lugares se presentan entre tonalidades verdosas y oscuras, las cuales los dotan de un aire misterioso y solemne.

MI BOSQUE
Acumular deseos en plantas ingratas
referir lo tuyo
en verdor solemne
y entonces vendrán diez caballos
a tirar la cola al viento negro
moverán las hojas
sus crines mojadas
y vendrá la escuadra
redondeando versos

Uno de los temas centrales en su obra es la locura. Pero, al igual que el loco en el famoso aforismo 125 de La gaya ciencia de Friedrich Nietzsche, la locura se presenta como estado otro que posibilita nuevas lecturas, nuevas maneras de interactuar con el mundo y con el espacio que nos rodea. El loco como ese ser que ve desde otra perspectiva, aquel que descubre una verdad que tal vez no esté preparado para afrontar. La locura le brinda al sujeto una visión profética, una mirada escéptica ante lo que lo rodea, le dona al sujeto la posibilidad de cuestionar lo preconcebido por la realidad que lo gobierna.

FRAGMENTOS PARA DOMINAR EL SILENCIO

II

Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado y las palabras no guarecen, yo hablo.

Las damas de rojo se extraviaron dentro de sus máscaras aunque regresarán para sollozar entre flores.

No es muda la muerte. Escucho el canto de los enlutados sellar las hendiduras del silencio. Escucho tu dulcísimo llanto florecer mi silencio gris.

La escritura de la autora tiene una influencia fuerte de las obras del escritor francés Antonin Artaud, quien ha pasado a la historia por engrosar la lista de los llamados poetas malditos junto a Arthur Rimbaud, Stéphane Mallarmé y Charles Baudelaire. Artaud en su libro titulado Los tarahumara se siente incapaz de definir el yo, declara incluso la necesidad de concebir un no-yo, donde la conciencia es «una repulsión espantable de lo innominado». Esta imposibilidad de definir el yo afecta la obra de la autora argentina, la cual también pone en duda al sujeto y su forma de captar el mundo sensible. Sus textos declaran un gran escepticismo frente al yo, el lenguaje y lo que concebimos como la realidad.

Los poemas de Pizarnik se ubican en espacios donde el yo poético da rienda suelta a la experimentación mediante distintas posibilidades de definir lo real. Un recurso importante en la escritura de Pizarnik es aludir a la experiencia corporal. Esta corporalidad será la lente por la cual el yo poético nos transmitirá lo que quiere decir, ya que las palabras muchas veces serán insuficientes para describir una experiencia que está más allá de ellas. Los colores, los sonidos, las sensaciones son elementos presentes en sus versos, pareciera que nos dibuja con sus poemas escenas en las cuales estamos inmersos y que somos conducidos por sus palabras en un mundo creado a partir de sus experiencias, las cuales muchas veces están impregnadas de un gran erotismo.

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Comentarios

  1. Leer a Pizarnik, experimentas la sensación que las palabras nos envuelven en su manto seductor, cautivando nuestras emociones y sensaciones, transportandonos a un mundo imaginariamente real, vivo, intenso, ingenioso pero por sobre todo melancólico, rayando en la tristeza, lo cual es un regalo, una manera de sentir que estamos vivos.

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